miércoles, 29 de junio de 2011

EL ENAMORAMIENTO, UN EFECTO EN EL CEREBRO SIMILAR AL DE LA COCAÍNA


Ø - Develan la compleja trama cerebral del amor romántico mediante resonancia magnética

- Ø No es una emoción básica, sino un proceso serio y metódico que pone a trabajar 12 zonas

- Comienza en el primer quinto de segundo después del flechazo, según investigaciones


Enamorarse no es tan simple como parece, pero sí muy rápido. Esos sentimientos abrumadores de estar sincera, loca y profundamente enamorado son resultado de una compleja y veloz actividad cerebral.

Estar enamorado –a, con más precisión, tener un intenso anhelo de unión con otro, que conlleva componentes químicos, cognitivos y conductuales – es un asunto bastante complicado.

Según nuevas investigaciones, no es una emoción básica, como algunos pensaban, sino un proceso serio y metódico que pone a trabajar 12 zonas cerebrales al mismo tiempo para producir y sostener ese momento mágico. Y se ha descubierto que la primera actividad específica en el amor comienza en el primer quinto de segundo después del flechazo.

Conforme al nuevo estudio, titulado The Neuroimaging of Love, regiones cerebrales de nombre nada romántico, como el giro dorsolateral frontal medio y el giro cingular anterior, así como sustancias químicas tales como el factor de crecimiento nervioso, la dopamina y la oxitocina, se combinan para orquestar esos sentimientos. Algunas de estas zonas son las que se activan cuando las personas están bajo la influencia de drogas inductoras de euforia, por lo cual enamorarse podría tener en el cerebro un efecto similar al de usar cocaína.

Aunque muchas teorías incluyen al amor entre las emociones básicas, es mucho más que eso, afirma la doctora Stephanie Ortigue, quien encabezó el estudio. El amor comprende emociones básicas y también complejas, motivaciones hacia un objetivo, representación corporal, evaluación y cognición.

A más esfuerzo más oxígeno

El amor pasional, durante mucho tiempo dominio exclusivo de poetas, escritores y artistas, es estudiado cada vez más por los científicos. En el centro de la investigación están las imágenes de resonancia magnética, tecnología relativamente nueva para observar la actividad cerebral. Mientras más se esfuerza una zona del cerebro, más oxígeno consume.

La resonancia magnética detecta el incremento en el flujo sanguíneo necesario para suministrar ese oxígeno. Se ha usado en muchos campos, desde el estudio de trastornos cerebrales hasta el detector de mentiras. Uno de los nuevos campos es la ubicación de zonas cerebrales participantes en determinados procesos de la mente, en especial las emociones y la conducta, con inclusión del impulso sexual y el amor.

Seguir el curso del amor verdadero a través del cerebro no es un mero ejercicio académico. Entender las redes cerebrales que se activan durante el amor puede ayudar a los médicos a comprender mejor los problemas de las relaciones y la conducta sexual. Podría brindar a médicos, sicólogos y terapeutas nuevos tratamientos para parejas que sufren de adicción al amor, privación o rechazo.

Mientras mejor entendemos el amor, mayor es nuestro respeto por la significación y la potencia de su función en la salud física y mental, comenta la doctora Ortigue.

En la investigación del amor por resonancia magnética se realizan escaneos cerebrales de voluntarios, hombres y mujeres, luego de mostrarles estímulos visuales relacionados con su pareja o ser amado. Luego se analizan los resultados para ver en qué sector del cerebro hay actividad. Actualmente se llevan a cabo seis estudios sobre el tema, con escaneos de 120 personas. La doctora Ortigue y colegas de las universidades de Syracuse y Virginia Occidental, en Estados Unidos, y del Hospital Universitario de Ginebra, en Suiza, han analizado los resultados para configurar un mapa amoroso del cerebro.

En uno de los experimentos, se escaneó el cerebro de 17 hombres y mujeres a quienes se describió como verdadera, profunda y locamente enamorados de sus parejas, mientras contemplaban una foto del ser amado durante 17 segundos. Los escaneos mostraron aumento de actividad en las zonas conocidas como núcleo caudado y putamen, asociadas con la dopamina y con las sensaciones de euforia y recompensa. También había actividad en otras zonas de dopamina, las mismas que se activan en las personas que consumen cocaína.

Se ha detectado aumento de actividad asimismo en el hipocampo posterior, área que interviene en las asociaciones mentales y de memoria, al igual que en zonas que procesan emociones y recompensas. En cambio hubo descenso de actividad en zonas asociadas con la ansiedad y el miedo.

En general, los análisis de la doctora Ortigue muestran que el amor pasional abarca zonas cerebrales que intervienen en la emoción, la motivación, la recompensa, la cognición social, la atención y la autorrepresentación o imagen corporal.

La actividad en estas áreas conduce a cambios en los niveles de ciertas sustancias químicas en el cerebro enamorado, como aumentos en dopamina, oxitocina, adrenalina y vasopresina, y decrementos en serotonina, todo lo cual redunda en los clásicos síntomas amorosos, como pensar obsesivamente en el ser amado, anhelar una unión con ella o él, euforia y mayor energía.

La dopamina se asocia con sentimientos de euforia, motivación, actividad motora, deseo, anhelo y adicción, en tanto la adrenalina eleva la atención individual e impulsa la memoria de corto plazo, la hiperactividad y la conducta orientada a un propósito.

La importancia de la dopamina se ha mostrado en varios estudios con animales. Cuando una hembra de topillo de las praderas se apareó con un macho, sus niveles de dopamina aumentaron 50 por ciento. Los niveles de oxitocina (la llamada hormona del arrumaco, liberada en respuesta a estímulos como el roce de piel con piel) también subieron, al igual que los de vasopresina, que también promueve las formación de relaciones. Cuando se inyectó a la hembra una droga que bloquea la actividad de la dopamina, perdió interés por el macho.






Factor de crecimiento nervioso

La proteína llamada factor de crecimiento nervioso, o FCN, también interviene. Investigadores de la Universidad de Pavía, en Italia, midieron los niveles del factor en la sangre de 58 hombres y mujeres que se habían enamorado en fecha reciente, y en dos grupos de control. Los niveles de FCN eran significativamente mayores en los enamorados.

Los niveles más altos se observaron en hombres y mujeres que acababan de enamorarse, en comparación con los que estaban en relaciones más prolongadas. Los investigadores también descubrieron que, a mayores niveles de la proteína, más intensa la relación. Ambos hallazgos sugieren que el FCN podría intervenir en etapas muy tempranas del amor.

“Nuestros datos demuestran por primera vez que los niveles circulantes del factor de crecimiento nervioso son elevados entre las personas enamoradas, lo cual sugiere una función importante de esta molécula en la ‘química social’ de los humanos”, apuntaron los investigadores.

Un equipo de la Universidad Rutgers, en Estados Unidos, también ha estudiado la actividad del cerebro y el amor romántico. Su teoría es que el amor romántico es uno de los tres primeros sistemas cerebrales que evolucionaron en aves y mamíferos hacia la reproducción directa.

La sugerencia es que el impulso sexual evolucionó para motivar a los individuos a buscar entre una gama de parejas potenciales, en tanto la atracción y el amor romántico evolucionaron para impulsarlos a preferir y perseguir parejas específicas, y el apego evolucionó para estimularlos a permanecer unidos el tiempo suficiente para completar sus responsabilidades paternas.


Personas rechazadas

Los investigadores, que también realizaron trabajos con personas rechazadas en el amor, afirmaron que el poder del amor es más fuerte que el del solo impulso sexual.

El amor romántico es más fuerte que el impulso sexual porque quienes son rechazados en sus proposiciones sexuales no se suicidan o matan a alguien. En cambio, los amantes abandonados en ocasiones hostigan, cometen suicidio u homicidio o caen en depresión clínica.

La colección de áreas cerebrales activas en el amor pasional o romántico parecen ser específicas en ese tipo de amor, pues las investigaciones muestran que el amor maternal y el incondicional involucran otras zonas.

Un estudio de la Universidad de Montreal, en Canadá, referente al amor incondicional, muestra que éste activa las regiones cerebrales BA 13 y BA 32, que no participan en el amor romántico o el maternal.

Al igual que en el amor romántico o en el maternal, la naturaleza gratificante del amor incondicional facilita la creación de fuertes lazos emocionales entre humanos. Tales lazos emocionales robustos pueden tener un aporte esencial para la preservación de la especie humana, consideran los investigadores.

La doctora Ortigue y sus colegan creen que 12 áreas del cerebro participan en el amor pasional: núcleo caudado/putamen, tálamo, zona ventral tegumental, giro anterior, hipocampo, occipital, región occipito-temporal/fusiforme, articulación giro angular/temporo-parietal, giro dorsolateral frontal medio, giro temporal superior, y giro precentral.

Pero, ¿qué ocurre primero? ¿Qué desencadena ese torrente de actividad cerebral? Un nuevo estudio, que será publicado en breve por la doctora Ortigue, ofrece algunas pistas. Los investigadores usaron un electroencefalograma de alta densidad para medir el volumen de actividad eléctrica en las neuronas del cerebro.

Los resultados revelan que cuando se muestra a las personas el nombre del ser amado, la actividad eléctrica se acelera. La actividad se dispara con rapidez a nivel preconsciente, en el curso de 200 milisegundos, en una de esas 12 áreas del cerebro: el giro angular.

Esta zona participa en el procesamiento de imágenes visuales, sonidos, comprensión del lenguaje, metáforas y autorrepresentación corporal. Las personas que tienen dañada esta zona padecen síntomas clásicos, como depresión, mala memoria, frustración, relaciones personales conflictivas, beligerancia, dificultad con las metáforas y trastornos en la autorrepresentación corporal.

Estos resultados tentativos sugieren que el cerebro responde al estímulo del ser amado en ciernes en menos tiempo de lo que se lleva parpadear. Tal vez los románticos, que han propagado desde hace mucho tiempo la idea del amor a primera vista, tengan razón después de todo.

© The Independent



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